martes, 7 de febrero de 2012

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soledad

No la soledad  física de no tener a nadie a quien recurrir, con quien hablar, con quien compartir, con quien vivir, no tener a nadie que te quiera, que quiera que estes bien, a la que le importes, no.
Sino aquella soledad de burbuja, de estar y no estar, de salir de tu cuerpo, de no reconocer ni siquiera tus manos, ni tu voz, de que apesar de que te abracen y te sonrían, os separe una gran distancia. De ver que todo sigue sin ti, de que nada tiene importancia, de sentirse invisible, de sonreír sin sonreír. De incomprensión, de no saber quienes son realmente los que te rodean, ni que es lo que te rodea, de no entender nada ni a nadie, del viento que se lleva las palabras, del tiempo que se lo lleva todo, de inconexión con el mundo, de todo y de nada, de la soledad.

tu yo

Cuatro muros infinitos, un bloque de cemento, una caja fuerte cuya llave se encuentra en su interior, impenetrable.


Mas te gusta que te quieran, te gusta saber y quieres saber qué piensan y como se sienten los demás en todo momento, quieres que te tengan en cuenta, que piensen en ti, que cuenten contigo, que te digan cosas bonitas y las cosas malas con el fin de reflexionar sobre ellas y poderlas evitar (si es posible).


No lo sabes hacer, nunca lo has hecho y si lo has hecho no ha salido solo, porque sí, porque de verdad lo sentías, no.
Puede que la gente también quiera saber esas cosas de ti, dicen que les confunde no saber como actuar.


La información es poder, ¿porqué darsela?
El problema viene de la inseguridad, una vez liberada no sabes hasta donde puede llegar, hasta donde alcanza, pierdes su control. Y cuando la quieres ofrecer, no interesa. Tal vez la tienes sobrevalorada.


Nadie o casi nadie sabe como sacar esa llave o abrir esa caja fuerte, ni ella misma lo sabe.


Duele. Duele mucho.

miércoles, 25 de enero de 2012

palabra: ATROZ


Después de mucho, mucho tiempo...reentrada, introducción, reinicio, nuevo año, año nuevo, ¿nueva etapa?, ¿etapa nueva? (¿quién decide cuando, donde y porqué se termina una etapa y se empieza otra nueva?), volver a empezar, hablar un poco de nosequé, de nosé, ¿qué?, de mí quizás..., de lo que (me) supone escribir o nosé, cualquier cosa en realidad, al fin y al cabo crear, de mi última versión de mí,...actualizando..., mis sentimientos, emociones y pensamientos ( , ) de mi vida, de pensar, de sentir, de no sentir... de un comienzo y ¿de un fin?, de renovación, de resurrección!, de actualización.
Aligual puede ser esto mismo.

domingo, 20 de febrero de 2011

∞C

Fin de año, año nuevo, fiesta, risas, gente nueva, música, bailar, un chico me lleva cogida por el hombro a bailar, es guapo, es majo, me dejo llevar, nos empezamos a besar, me gusta, me lo paso bien, salimos de la mano, es agradable, se termina la noche, nos separamos, no ha estado mal. Al día siguiente, una petición de amistad, le acepto, pasamos horas hablando, nos empezamos a conocer y nos gusta lo que vamos descubriendo, volvemos a quedar, ni si quiera me planteo algo más pero quiero disfrutar, todo es mágico, son unas buenas vacaciones de navidad. Me pides de salir sin terminar de hacerlo, me haces plantearme muchas cosas, ¿por qué si? ¿por qué no?, igualmente me iré lejos pero…¿me arrepentiré luego? ¿qué puedo perder? Me arriesgaré. Y así empezó todo, a partir de que nos volvimos a ver, te llevé a un lugar apartado y te dije que sí, empieza nuestra locura. Tú por mi, yo por ti. Nos vemos cada día hasta que me tengo que ir, hacemos muchas cosas juntos y nos pasan muchas cosas, me hago el mismo piercing que tu, y luego tu te harás el mismo que yo. Es duro tenerte lejos, mucho más de lo que te demuestro, pero me hago la fuerte, no servirá de nada derrumbarse, hay que luchar hasta que nos volvamos a ver. Aún así hablamos cada día y acabamos necesitándolo, ver una vez mas nuestros ojos, nuestro pelo, nuestros labios nuestra sonrisa, nuestras expresiones, a pesar de que los recuerdos como el tacto de nuestra piel, de nuestros labios, el sabor a ti y tu olor, se vayan extinguiendo irremediablemente. Tu sonrisa sigue expandiendo mi corazón cada vez que aflora en tu boca, hasta la luna y volver te digo, hasta la estrella más pequeña y lejana dices tu, yo te explico que mi amor es concentrado y te voy cantando canciones. Me dices que estoy loca y no parare de sorprenderte hasta que asumas que soy imprevisible, tan imprevisible que me volveré previsible y tú te curarás de espantos. Así pasan los días, risas, piques, risas, discusiones, amor… resumiendo, vengo a verte, paso un finde en tu casa y cumplimos un mes, todo es guay, estupendo, fantástico, magnifico, fenomenal, supercalifragilisticoespialidoso, chachi, molón, excelente, portentoso, soberbio, admirable, prodigioso, extraordinario, sensacional, inefable, paradisiaco, babilónico, celestial, arrebatador, enloquecedor, mágico, mirifico, pasmoso, brillante, clarividente, escollante, esplendido, perspicaz, sagaz, sobresaliente, macanudo, bueno, excelente, extraordinario, agudo, ingenioso, ocurrente, divino, original, sublime, único, ejemplar, magistral, perfecto, soberbio, fetén […]. Nos marcamos la piel, símbolo de nuestro amor…tengo que volver, lágrimas son derramadas, corazones son encojidos. Todavía no me hago a la idea de que hayamos estado juntos y ya estoy de vuelta otra vez. Alex Ubago no para de reproducirse por el altavoz de mi ordenador, esta próxima espera será dura. Seguimos con nuestros hábitos de hablar y vernos cada día. Al principio, desanimados, abatidos, todas nuestras energías se concentran en aguantar, en recordar sin que duelan los abrazos dormidos. Poco a poco volvemos a trabar amistad con el “echar de menos”, nos animamos y intentamos seguir viviendo momentos memorables, juntos aunque alejados. Se acerca un gran momento, la hora de dar el gran paso, y tú dándome fuerzas, ánimos, apoyándome en todo momento. Te amo, y podría seguir infinitamente explicándote las razones, pero me las guardo para otra ocasión (muahahaha ^^). Y nada, a resumidas cuentas, así empieza nuestra historia, yéndonos a dormir con la cámara puesta, soñando que estamos el uno al lado del otro.

jueves, 25 de noviembre de 2010

ella

Le esperó en la parada de el metro. Él como siempre, llegó tarde y a ella, como siempre, no le importó. Al verle llegar se le ensanchó el corazón y se lo demostró regalándole su mejor sonrisa, espontánea, sincera, natural, aunque quizá depende de la situación parece que es forzosa, falsa y superficial al ser tan exagerada, pero le salía así. Los pómulos se le subían al sonreír y se le cerraban los ojos que se le achinaban. Ella enseguida lo abordó con la lista de cosas que había pensado y que tenía que hacer. Empezaron a caminar, ella lo seguía a él, todavía no conocía la ciudad. Mientras, no pararon de hablar, primero él le contó sus cosas, novedades, preocupaciones, reflexiones. Ella lo miraba y escuchaba con atención y de vez en cuando intervenía, pero intentaba interrumpirlo lo menos posible, sabía que luego sería ella la que no pararía de hablar. Tenía la costumbre de decir todo lo que pensaba a medida que se le ocurría en la mente, por eso hablaba a una velocidad vertiginosa que a veces le hacía confundir palabras, no vocalizar bien o olvidarse totalmente de lo que estaba diciendo, lo que quería decir o a dónde quería llegar a parar, además de ir saltando de tema en tema aparentemente sin coherencia entre sí y interrumpir constantemente a la otra persona, cuando se le daba rienda suelta y vía libre. Le gustaba mucho quedar con él, se sentía muy a gusto a su lado, podían hablar de cualquier cosa, bromeaban, reían, pero también eran capaces de ponerse serios cuando tocaba y de quitarle hierro al asunto cuando convenía. Disfrutaba mucho de su compañía y parece ser que a él también le pasaba lo mismo. Caminaron y caminaron, hablaron, rieron, se miraron, se abrazaron, sonrisas, se sentaron, al final no hicieron nada de lo que ella había pensado. Bueno sí, estar juntos. Ella lo invitó a cenar aunque él no quería, pero no tenía dinero y ella quería pasar más tiempo con él, además él ya la había invitado una vez. Todavía se sorprendía delante de la capacidad de él de sacarle lo que era incapaz de contar a nadie más, aunque no sin esfuerzo, pero al final lo conseguía. Era la única persona a la que era capaz de confesar sus más profundas reflexiones, sentimientos y pensamientos. Llovió, oscureció, se hizo tarde y se hizo de noche en un abrir y cerrar de ojos, se tuvieron que separar por una cuestión externa, pero ella le hizo prometer que a la semana siguiente se volverían a ver. Se separaron en el metro y el ciclo quedó cerrado.

corazón

Tuvo una infancia dura. Bueno, al menos no lo pasó bien, llena de soledad e incomprensión sólo porque no pensaba como los demás, o porque no quería ser como ellos aunque a la vez quisiera compartir cosas, reírse, sorprenderse por las mismas cosas. Algún momento bueno sí que tuvo, cuando encontraba alguien que mínimamente se interesaba y se le mostraba comprensiva, se volcaba totalmente a esa persona y le abría su corazón que con el tiempo aprendió a cerrar, a no mostrar, no sin dolor, pena o tristeza. Aprendió a no mostrarse tal y cómo era sino a cómo los demás querían que fuera, aunque le costaba y no siempre lo conseguía. Aunque los demás se agobiaban enseguida según su punto de vista. Debía ser porque los idealizaba, pues eran los que le hacían caso, los que le brindaban una oportunidad que intentaba aprovechar sin conseguirlo, pues siempre se acababan alejando a pesar de la fuerza con la que se aferraba a que no pasara. Se fue del colegio esperando un mundo mejor, gente mejor, pues había pasado ocho años con los mismos y ya había perdido todas las esperanzas.
Realmente fue mejor, sólo que la emoción le cegaba y al abrir su corazón, se aprovechaban de su ingenuidad, su inocencia, su disposición a dar o hacer cualquier cosa con tal de preservar aquello que se hacía llamar amistad. Hasta que abrió los ojos y no sólo cerró su corazón, sino que le puso protección, un escudo, algo con lo que se pudiera defender. Perdió toda confianza, no entendía nada pero no quería que le hiciesen daño. Le falló mucha gente, seguramente porque esperaba más de lo que le podían dar. Se alejó, su mundo interior creció a la vez que un grueso muro protector del exterior. Cambió de instituto, como iba madurando, cada vez tenía más armas y herramientas de las que servirse. Pero el problema que tenía ahora era el contrario. Cuando le pedían que mostrara su interior, le daba miedo, se acojonaba y siempre huía e intentaba evitar esta situación, creando, estableciendo y manteniendo así, sólo relaciones superficiales. Poco a poco con el tiempo, consiguió intercambios más profundos con algunas personas que se podrían contar con los dedos de una sola mano.
Aunque cuando sus caminos se separaron, muchos de ellos le decepcionaron, pero así supo cuáles eran realmente sus verdaderos amigos. Aunque sigue sin comprender, sigue volcándose totalmente a las personas, sigue exigiendo más, y a la vez huye, se niega a mostrar su interior y le sigue costando tanto tanto. Ha aprendido a elegir más o menos la gente, aunque al fin y al cabo siempre te puedes equivocar y te pueden acabar fallando, a mostrarse tal y cómo es, pues si no es así, se crea una relación falsa sin ningún tipo de valor. Sigue sin entender cuál es el mecanismo para que todo funcione, cómo se consigue el equilibrio.
corazon-bishop allen 

martes, 23 de noviembre de 2010

compartiendo experiencias

Huevos fritos, un desastre. El primero, abro el gas y enciendo el fuego (ni muy fuerte ni muy flojo), coloco una sartén encima y le pongo aceite, voy comprobando con la palma de mi mano si el aceite están suficientemente caliente. Cuando creo que lo está rompo el huevo en el canto de la sartén. Genial, se me ha roto la yema y se me han caído trozos de cáscara que flotan felices entre el huevo destrozado y el aceite caliente. El tenedor se encarga de pescarlas, no sin esfuerzo. Mientras, el huevo se expande, queja, salpica, se pega y no se porta bien. Busco una herramienta que creo que se adecua a mi necesidad de traspasar el huevo al plato y que además me ocasione el mínimo problema posible. Elijo una espátula que encuentro por ahí. Es obvio que esto también ha salido mal pero al final lo he conseguido. Mis compañeras flipan con mi “huevo frito” y con que sea el primero. Yo, estoy orgullosísima de él y de que encima esté bueno. No se me ha olvidado ponerle sal pero no sé si me animaré a hacer otro. Bueno, lo importante no es la primera impresión. El segundo basta decir que ha sido peor, aunque sin cáscaras, ni roturas (al menos al principio) y que no ha parado de temblarme el pulso desde que lo he empezado a hacer hasta que he terminado de comérmelo.

imposible de evitar

Ahora sí, ahora no, sin motivo alguno aparente. Noches en vela, sin poder dormir, mirando por la ventana las luces de la ciudad, pensar y pensar y no querer pensar y querer dejar de pensar y pensar que mañana hay que madrugar. Por más que se piensa, no se llega a ningún lugar y encima no se puede pensar más.

lunes, 22 de noviembre de 2010

primer día, pero no el único.

Contando los días para que no llegue el día y, a la vez, intentando no pensar en él. El primer día de clase después de las vacaciones de verano, el primer día del curso, otro curso escolar, uno más. Al principio de las vacaciones, te aburres, hechas de menos la rutina, el tener algo qué hacer, pero al final el sentimiento se vuelve contario (realmente se refleja el hecho de que el ser humano quiere lo que no tiene y cuando tiene lo que quería, ya no lo quiere). Volvamos a ese día tan importante que se repite cada año, insti nuevo. De camino me entra un miedo absurdo (que no sólo tengo éste día) sobre si no me habré equivocado de hora, de día o sobre si me equivocaré de clase. Llego a la puerta, mucha gente, amigos que se reencuentran, otros que son presentados por sus amigos, gente que hace amigos sin más. Me dirijo a las listas que indican las clases de cada uno y me dispongo a encontrar la clase. La encuentro, hay más gente esperando en la puerta, alguna sonrisa tímida, este año va a ser duro. Llega el tutor, busco un sitio ni delante de todo, ni atrás del todo, preferiblemente al lado de la ventana y del radiador. El profe nos suelta la charla y vuelta a casa. Mamá, ha sido una mierda, no quiero ir al cole.

domingo, 21 de noviembre de 2010

flashes de la playa de mi vida


Realmente, es una redacción que escribi hace tiempo y me gustó. Y nada, para empezar por algo:

Cuando salía del coche, acalorada, ayudaba a cargar toallas y bolsas. De camino al mar, me quitaba las chanclas de plástico y notaba el tacto caliente de la arena en la que se hundían los dedos de mis pies que hacían un mayor esfuerzo de lo normal para salir, se impulsaban y daban un paso más; haciendo equilibrio con la toalla y las chanclas en una mano y la cesta en la otra intentando esquivar los cardos. Imposible, ¡ay!, levantaba el pie descalzo y me deshacía del cardo seco clavado.
   Por fin, después de un largo camino buscando el sitio adecuado, descargar las cosas, desnudarse, ponerse una crema solar fugaz e ir corriendo al mar, primera inmersión. Las piernas apresuradas se encuentran con la resistencia del agua a medida que avanzan hacia el interior hasta que se pierde el equilibrio y no queda más remedio que abandonarse al agua fría, salada, marina. Cerrar los ojos... oscuro, abrirlos... ver borroso y cuando se acaba el aire, salir a la superficie a respirar, fregarse los ojos, escuecen.
    Impregnada de sal, que al sol se seca y se convierte en una segunda capa de piel que te estira levemente. Nadar y nadar y reír y nadar y hermana y bucear y coger caracolas y nadar y hacer el pino y nadar y jugar con la pelota y con el flotador y hacer el muerto y nadar y una voltereta hacia adelante y otra hacia atrás. Pasa el tiempo y la tierra alrededor del sol y es la hora de comer. Toalla llena de arena, coger el sitio debajo de la sombrilla, beber agua sin conseguir saciarse y con el bocata en la mano, hincarle el diente: tomate, tortilla todavía un poco cruda, huevo, aceite, más sal y pan blandito; masticar, mezcla de sabores y texturas y tragar, así hasta el siguiente bocata, ¿jamón, queso o sobrasada?; finalmente melón, al morderlo se te empapan las mejillas, sabor dulce, mejillas pegajosas. Nueva dosis de crema solar y al sol, un libro de verano, música de verano o una siesta de verano, es el momento en el que todos los sonidos toman vida, el profundo y constante ruido de las olas, las cigarras... De vez en cuando, mi madre, con las manos llenas de más crema, fría y refrescante. Lo siguiente, pasear, objetivo: ir hasta la otra punta de la playa. A lo largo del camino, rocas, gente conocida, cuesta de arena, subirla, calor, sudor, bajarla corriendo, viento, risas compartidas, arena, suelo, caída, la cara llena de arena, baño, algas.
Volver, el sol está bajo, la tierra sigue dando vueltas, último baño, fuera arena, fuera algas, fuera bañador mojado y hacia casa, volver a cargar las bolsas, deshacer el camino, coche, ducha, cena, jugar a cartas, y soñar.